Luego de mucho andar y preguntar, llegamos a la Base de Pesca Deportiva “Bernardino García”. Allí encontramos a varios pobladores, incluidos algunos pescadores y dueños de barco, que no entendían por qué la Oficina Nacional de Administración Tributaria les cobra un impuesto –entre 90 y 300 CUP, según el tamaño de la embarcación– para el saneamiento o limpieza de la bahía de La Habana, y sin embargo se encuentra más sucia. Sus embarcaciones, pues, se deterioran cada vez más rápido. Esto los incomoda enormemente, ya que no pueden navegar si el navío no cumple con los requisitos estéticos y de seguridad, los colores reglamentados, nombre, tomo y folio. Debido a la contaminación, cada tres meses tienen que sacar sus barcos para pintarlos. Este tratamiento tan frecuente disminuye su vida útil, lo que atenta contra el sustento de los pescadores y sus familias.

Otras de las consecuencias de la contaminación excesiva es que los peces que nadan y se alimentan cerca de la superficie (pez de vuelo) presentan un notable sabor a petróleo, y esto deja fuera una de las pocas variantes de alimentación que están, literalmente, al alcance de la mano.

Como principal contaminante se mantiene la Refinería “Ñico López”, que expulsa sus desechos tanto al aire como al agua. Cuando quema combustible, el aire se vuelve denso y rojizo, y cuando llueve pueden desbordarse las trampas y derramarse mucho crudo. Gran parte de este va a parar a las costas de Regla y Casa Blanca.

Otro gran contaminante es el río Martín Pérez, que arrastra grandes cantidades de basura a la bahía: pomos, latas, animales muertos, aguas negras… Gracias a la existencia de un pequeño pero importantísimo parche de área boscosa de mangles, se logra reducir en cierta medida el deterioro de las aguas de la bahía por esta causa. Lo mismo sucede con el río Luyanó.

Los buques mercantes aportan considerables cantidades de desecho, así como los vecinos de las comunidades aledañas.

La contaminación de estas aguas afecta asimismo a otras especies cuya dieta básica la constituyen las plantas que crecen en las cercanías de la bahía: ovinos, vacunos y equinos.

La Refinería “Ñico López” expulsa su contaminación tanto al aire como al agua (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
La antigua termoeléctrica de Regla dejó de ser un gran contaminante y actualmente acoge eventos estatales que se desarrollan en la capital (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Barco que recoge la basura y otros desperdicios de los buques y cruceros que entran a la bahía de La Habana (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Jóvenes frente a la entrada de la terminal de la lanchita de Regla, en ese municipio (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
La antigua terminal de la lanchita de Regla, en Regla, se ha visto afectada por la persistente contaminación. Su deterioro ha sido progresivo (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
La mayor parte de la contaminación de la bahía de La Habana se hace mucho más evidente al norte de ella, y la Base de Pesca Deportiva “Bernardino García”, en Regla, es una de las principales perjudicadas (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Debido a los frecuentes derrames de crudo, las embarcaciones se deterioran cada vez más rápido, algo que incomoda enormemente a sus dueños (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Dueños de barcos y pescadores reparan y dan mantenimiento a sus navíos, con sus propios medios, para poder salir a pescar (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Los hijos de los pescadores recolectan pequeñas conchas y caracoles a la orilla de las corrompidas aguas (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
El río Martín Pérez arrastra consigo mucha basura que se va sumando para corromper la calidad del agua (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Parche de área boscosa de mangles. Este funciona como un filtro natural de las aguas, que atrapa los sedimentos y demás compuestos tóxicos (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Este tapón de mangle ha sufrido severamente la contaminación que llega a través del río y de las aguas de la bahía. En muchas de sus zonas, se encuentra completamente rodeado de petróleo y plásticos (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).
Dado este nivel de contaminación, algunas zonas del manglar han mermado (Foto: Antonio Wilfredo Rodríguez).

Sobre el autor

Antonio Wilfredo Rodríguez

Graduado del Instituto Superior de Cultura Física y Deporte. Trabajó como especialista en el CITMA por varios años. En 2017 cursó un taller de fotografía en la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana y desde entonces se desempeña como fotógrafo de eventos y documental.

Un comentario

  • Wou, me pareció super interesante este artículo. Todos sabemos que la Bahia está super contaminada pero me desayuno que hay mangles a su alrededor o almenos en una parte. Si no fuera por ellos estubiera aun peor. Felicidades, me guató.

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