Los cobradores de Aguas de La Habana en Cojímar aún no comprenden por qué, con una fregadora de autos en su patio, Ernesto Rivero Suárez apenas gasta agua. Al menos, no la que llega por el sistema de acueducto. Antes de que en Cojímar instalaran metrocontadores en el sector residencial, pagaba tres pesos por tarifa fija. Ahora, tras las mediciones, es menos.

Ernesto quiso ser ingeniero mecánico y terminó por dominar cerca de 30 oficios e instalar un taller con una planta de fregado en el patio de su casa. Durante 28 años, la grasa y el agua contaminada iban directo a la tierra. Pero en 2013 participó en un curso de Diseño de la Permacultura, organizado por la Fundación Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, que cambió su vida. De esa experiencia nació La Ecológica: la única planta de su tipo en Cuba que no usa el agua suministrada por acueductos.

Su funcionamiento se basa en un sistema cerrado. Espacios de captación construidos en el techo y otras áreas de la casa recogen la lluvia, que es llevada a través de canales hasta una cisterna de 5 metros cúbicos (m3); esta primera parte del proceso funciona aprovechando únicamente las pendientes y la fuerza de gravedad. De la cisterna, el agua recolectada se bombea hacia un tanque elevado que abastece las labores de La Ecológica.

Luego del fregado, el agua residual pasa a una trampa de grasa, mecanismo donde se separan los aceites y los sedimentos, y atraviesa, también por gravedad, un filtro de gravillas de diferente grosor y siete metros de largo, antes de regresar a la cisterna. Al terminar ese ciclo no es potable, pero sirve para volver a lavar autos.

Para no depender solo de las precipitaciones, Ernesto emplea las aguas grises de su hogar. Explica que construyó dos conexiones hidrosanitarias para separar los desechos del inodoro (aguas negras) del resto. Ahora el agua de la ducha, del lavamanos o el fregadero pasan por el mismo sistema de purificación que alimenta la fregadora. El agua que antes botaba se incluyó al negocio.

Hace un tiempo intentó patentar La Ecológica. La Oficina Cubana de la Propiedad Industrial solicitó los trámites de rigor para el proceso, pero Ernesto desistió ante el papeleo. No le interesa demasiado la paternidad del sistema, prefiere que la idea se replique. Al fin y al cabo, no siente que inventó algo; apenas acepta el crédito por unir “las partes que ya existían”.

En su patio casi todo se recicla. Las grasas acumuladas en la trampa también tienen una segunda vida. Una parte la emplea en el servicio del atomizado, que consiste en cubrir el fondo de los autos con una capa de aceites para protegerlos del salitre. El resto se entrega a un taller automotriz de la industria pesquera en Cojímar, para que los recicle Cupet, empresa estatal cubana vinculada al abastecimiento del petróleo y sus derivados en la Isla.

“Esto me permite ser responsable, sostenible y rentable”, explica.

Para vencer el escepticismo de los clientes hizo que todo el sistema fuera visible. Allí la transparencia no solo se aplica al agua. “Ellos pueden ver cómo sale limpia por el filtro”. Sin embargo, los únicos incrédulos no han sido sus clientes. Tener iniciativa en Cuba puede ser un problema, especialmente cuando el concepto de rentabilidad ha quedado obsoleto para muchos.

Entre diciembre de 2015 y enero de 2016, La Ecológica cerró. Para ser exactos, la cerraron. Cuba enfrentaba una fuerte sequía y las fregadoras –casi todas las fregadoras– son grandes consumidoras de agua. Como promedio, emplean cerca de 250 litros de agua por auto. Sin embargo, en La Ecológica esos 250 litros se usan una y otra vez.

A casa de Ernesto llegaron entonces unos inspectores y, como el argumento del despilfarro no aplicaba, pidieron una Licencia Ambiental. Ese documento no es un requisito para ejercer legalmente como Fregador Engrasador por cuenta propia, pero igual retiraron los equipos y pusieron una multa. Cuando Ernesto reclamó, las medidas quedaron sin efecto, pero inició el proceso para obtener dicha Licencia Ambiental. Quiere que La Ecológica sea intocable. Él no cree en prohibir.

Sobre el autor

Julio Batista Rodríguez

Melena del Sur, La Habana (1989). Periodista cubano, 29 años de edad. Desde 2015 forma parte del equipo fundador de 'Periodismo de Barrio', donde integra el Consejo Editorial y se desempeña como periodista. Recibió el Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España 2017 en la categoría de Periodismo Ambiental y Desarrollo Sostenible. Graduado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2013). Cursó estudios en los postagrado internacional de Periodismo Deportivo (2014) y el de Periodismo Hipermedia (2015) en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Ha participado en eventos académicos y profesionales como el Foro de Periodismo Centroamericano (El Salvador, 2016), Taller para Periodistas Cubanos (Alemania, 2017) y el Congreso Internacional de Comunicación (La Habana, 2015). Como profesional laboró en el periódico 'Trabajadores' (Cuba, 2009-2016) y como asesor de programación del canal nacional de televisión Tele Rebelde (Cuba, 2014-2016). Además, ha publicado en las revistas 'Cubahora', 'OnCuba', 'Progreso Semanal', 'elTOQUE', 'Cuba Contemporánea', 'Postdata', 'Cuba Posible', el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, el periódico alemán 'Taz'. Actualmente se mantiene como colaborador de 'Radio Francia Internacional'.

5 comentarios

  • Muy buena iniciativa, gracias por compartirla y conincido en que se extrañan las fotos. Le deseo suerte a Ernesto y que pueda saltal el bloqueo interno.

  • Muy interesante la iniciativa,yo tengo casa en Cojimar y me gustaría poder contactarme con Ernesto, encuentro muy bueno la recuperación de aguas grises domiciliaria y quisiera poder replicarlo en mi casa, ustedes me pueden enviar su mail o algun dato de contacto? Los felicito por el reportaje saludos

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