Cuando a inicios de marzo los medios de prensa de Las Tunas anunciaron la venta de un módulo de aseo personal regulado por la libreta de abastecimiento, muchas personas en Cuba aplaudieron la iniciativa. Un mes más tarde, ante la escasez de alimentos básicos y el llamado a evitar aglomeraciones, también se informó la comercialización de aceite y pollo por núcleo familiar.

No todos los tuneros accedieron a estos productos al mismo tiempo, pero la publicación en los medios locales de la organización por tiendas, bodegas y fechas, garantizó la información, tranquilidad y disciplina.

Otras provincias también han implementado estrategias. En Cienfuegos, por ejemplo, empresas del comercio y la gastronomía, junto a cadenas de tiendas en divisas, llevan provisiones de alimentación, aseo y limpieza hasta asentamientos alejados de las ciudades cabeceras y comunidades rurales de difícil acceso. En Sancti Spíritus se comercializan mercancías en varios consejos populares, a través de puntos de venta móvil. En Ciego de Ávila, la empresa Frutávila inició un servicio de mensajería: papas prefritas, mermeladas, conservas en latas y barras de guayaba se solicitan telefónicamente. El servicio a domicilio cuesta 30 pesos y los productos se pagan al ser entregados.

El Sistema de Comercio guantanamero junto con Bucanero S.A, oferta bebidas como la cerveza y la malta dispensada (sin envase), a precios diferenciados. En varios centros gastronómicos de la ciudad de Guantánamo se vende un litro de malta por 25 CUP y uno de cerveza por 40 CUP. En otros territorios como Cienfuegos y La Habana también existen puntos de venta con algunas de estas ofertas.

La crisis sanitaria se sumó al desabastecimiento del mercado interno. Las presiones renovadas del bloqueo norteamericano, más el cúmulo de deformaciones estructurales de la economía cubana y la ineficiencia en su gestión, despertaron, en el último cuatrimestre de 2019, el fantasma de un nuevo Periodo Especial. El 2020 inició marcado por la escasez de alimentos y otros productos básicos como los de aseo personal. La situación se agravó con la pandemia.

Ayudas a trabajadores y personas vulnerables

En varias localidades cubanas se han tomado diversas medidas para garantizar la atención a las personas más vulnerables y a quienes continúan en sus centros de trabajo.

En Santiago de Cuba, la Empresa Municipal de Gastronomía y Recreación produce a diario 800 paquetes de alimentos con carne, galletas, palitroques, pasta de ajo, salsa, puré de tomate, kétchup picante, néctar de mango, natilla, refresco instantáneo, masas de croquetas, chorizo, queso fundido, cremas, vino, ron y cervezas que se venden en 300 pesos en hospitales, policlínicos y consultorios.

De acuerdo a la disponibilidad de cada territorio, otros módulos similares se comercializan para garantizar productos básicos y alimentos al personal de la salud y otros trabajadores. También existe una oferta diferenciada para las personas mayores de 65 años y niños menores de 12.

En Cienfuegos, el “caldosín” —paquete con varias viandas peladas y listas para cocinar— se vendió a ancianos de comunidades rurales. Por haber sido tan bien aceptado, terminó distribuyéndose de forma regulada a través de la libreta de abastecimiento.

Además de las personas de la tercera edad, en Santiago de Cuba también fueron beneficiados embarazadas y pacientes postrados y oncológicos.

Aunque estas iniciativas no han estado exentas de problemas con la calidad, cantidad y retraso en la distribución y comercialización de los productos, las personas reconocen que, en la mayoría de los casos, son un alivio ante el desabastecimiento existente.

Repartir desde la iniciativa privada

Además de estas medidas gubernamentales, la ciudadanía y los emprendedores también se han organizado para asistir a los sectores más vulnerables de la sociedad.

Los activistas de la red de Bienestar Animal Cuba (BAC) en Villa Clara ayudaron a varios protectores de animales mayores de 60 años, con enfermedades crónicas o que viven solos. Los animalistas no solo se ocuparon de las mascotas de esas personas, sino además de sus condiciones de vida y necesidades.

El proyecto Akokán, dirigido por Michael Sánchez Torres, no solo garantiza la alimentación de las personas más vulnerables de la comunidad de Los Pocitos, Marianao, sino que también incentiva la siembra orgánica en patios y huertos.

En el barrio Buena Vista del municipio capitalino de Playa, una treintena de personas mayores reciben almuerzos del restaurante Bella Ciao. Otros establecimientos como Pizzas Pachy y Juanky’s Pan también entregan comida a domicilio a ancianos que viven solos o en condiciones difíciles.

De conjunto con el Sistema de Atención a la Familia en La Habana, el Club de Motos Eléctricas Alto Voltaje apoya las labores de mensajería y entrega de productos y alimentos a ancianos fundamentalmente. Los motoristas trabajan de conjunto con voluntarios de las universidades, trabajadores, atletas del deporte, etc.

Las diferentes iglesias también se han sumado a ayudar a las personas con más bajos recursos y mayores riesgos a contraer la COVID-19. Los integrantes de una comunidad católica San Martín en Placetas, en Villa Clara; los miembros del proyecto asistencial de Cáritas en la capilla del Sagrado Corazón de Jesús de Diez de Octubre, y un grupo de fieles de la Iglesia Bautista Enmanuel, de Ciego de Ávila, garantizan la alimentación y cuidado de los ancianos de la comunidad.

Los proyectos Afroatenas y Transcuba, de Matanzas y La Habana respectivamente, han logrado asistir a 170 hogares donde viven ancianos solos, niños con discapacidades, personas seropositivos al VIH y familias transgénero. La ayuda no solo incluye alimentos, sino también productos de aseo personal y libros

Corona Voluntarios Cuba es una red que surgió para apoyar a personas vulnerables durante la cuarentena por la pandemia. De conjunto con la Unión de Jóvenes Comunistas y los Consejos de Defensa municipales, alrededor de 200 miembros de este proyecto localizaron a unos 40 ancianos que viven solos y tienen bajos ingresos económicos. Los voluntarios han contribuido a proveerles o facilitarles alimentos, medicinas, artículos de aseo personal, etc.

No obstante, no siempre quienes han querido ayudar han podido hacerlo. Algunos se han unido a través de las convocatorias en redes sociales y otros han desistido al no encontrar información disponible sobre las personas con mayores vulnerabilidades en sus localidades. Los más perseverantes han ayudado de manera anónima o han compartido públicamente información sobre los más necesitados. En la mayoría de los casos la ayuda se agradece y es bien recibida.

 

Este proyecto fue apoyado a través del programa de Microgrants Check Global COVID-19. 

Sobre el autor

Glenda Caridad Boza Ibarra

Las Tunas, Cuba, 1988. Licenciada en Periodismo, Universidad de Camagüey, 2011. Reportera de la Agencia Cubana de Noticias (2011-2013), y los periódicos Juventud Rebelde y 5 de Septiembre (2013-2017). Becaria del Instituto de Medios del Caribe (2020). Miembro de la Sala Juvenil de Prensa de la Conferencia Mundial de Libertad de Prensa (2020). Publica en el ElToque desde 2017.

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