1. ¿De dónde viene el agua que se consume en Cuba?

Cuba cuenta con un aproximado de 13.600 millones de metros cúbicos (m³) como recursos de agua potable en uso, distribuidos en 9.172 millones de m³ en embalses superficiales y 4.495 millones de m³ en aguas subterráneas, según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei).

La única fuente de recuperación de este recurso natural es la lluvia. El clima de la isla no permite la formación de nieve o glaciares, y el aporte de la escarcha, el granizo y la niebla es tan pequeño que ni siquiera consta en las estadísticas.

Las condiciones geográficas y climatológicas del archipiélago determinan además la existencia de ríos cortos y poco caudalosos. “Su ubicación en el Cinturón de los Desiertos es esencial para entender la escasez de recursos hídricos”, refiere José Bienvenido Martínez, Doctor en Ciencias y profesor de Ingeniería Hidráulica del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (Cujae).

En buena medida, si nuestro país no es un desierto, es por su condición insular – José Bienvenido Martínez Rodríguez

El promedio anual de precipitaciones es de 1.335 milímetros. Sin embargo, apenas entre el 20 y 25 por ciento termina por convertirse en recurso natural agua. Esta situación está causada por los regímenes de lluvias en el archipiélago y la capacidad de absorción de los suelos cubanos, que en ocasiones no favorece la correcta infiltración de las precipitaciones.

A ello se suma que la urbanización supone un freno adicional para el reabastecimiento de las aguas subterráneas, al cubrirse la capa vegetal con asfalto y edificaciones. El sistema de drenaje pluvial tampoco posibilita la captación de las precipitaciones para su reciclaje y posterior aprovechamiento.

2. ¿De cuánta agua dispone el país en la actualidad?

La disponibilidad de agua consiste en el reparto equitativo de los recursos hídricos de un país entre sus habitantes en un año.

En la actualidad, las estadísticas del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Inrh) fijan en 24.000 millones de metros cúbicos los recursos aprovechables en la isla, de los cuales solo están disponibles para su empleo 13.600 millones (57 por ciento). Tal cifra permite calcular una disponibilidad per cápita anual de 1.214 m³.

No obstante, funcionarios del Inrh alertan sobre la desactualización de los datos utilizados como indicadores. “Algunos tienen más de treinta años”, aclaró Argelio Fernández Richelme, especialista principal de Servicios Hidrológicos del Inrh, en su intervención en el programa televisivo Mesa Redonda, el 12 de abril de 2016. 

Hoy estamos trabajando con una cantidad de agua inferior a la que normalmente decimos que tenemos – Argelio Fernández Richelme

El Grupo de Vigilancia del Clima, perteneciente al Centro del Clima del Instituto de Meteorología, confirma la tendencia decreciente de la disponibilidad per cápita de agua en Cuba. En 1950 la disponibilidad era muy alta (más de 20.000 m³ al año), en 1995 se consideraba promedio (entre 5.000 y 10.000 m³) y para 2025 se prevé que será muy baja (entre mil y dos mil m³).

Aunque 2025 podría sonar lejano, en abril del año pasado la disponibilidad de agua aprovechable per cápita en Cuba equivalía apenas a 742,3 m³, según estimaciones basadas en los niveles de llenado de los embalses al cierre de marzo. Estos son cálculos conservadores pues se toma el máximo volumen posible de los acuíferos subterráneos y en marzo muchos estaban en descenso con respecto al mes anterior.

3. ¿En qué situación se encuentran los embalses y los acuíferos?

Estado de un embalse en la provincia Pinar del Río al cierre de marzo de 2016 (Foto: Periodismo de Barrio)

Estado de un embalse en la provincia Pinar del Río al cierre de marzo de 2016 (Foto: Periodismo de Barrio)

La capacidad de almacenamiento hasta inicios de la década del 60 no rebasaba los 47,8 millones de m3 entre las trece presas ubicadas en las antiguas provincias de Las Villas, Camagüey y Oriente. Debido al sistema deficiente de embalses y al restringido acceso a los recursos hídricos, los efectos de la sequía de 1961 y 1962 y el posterior paso del ciclón Flora en 1963 fueron devastadores.

Determinada por este contexto nació la política conocida como Voluntad Hidráulica para ampliar las reservas de agua mediante la construcción de nuevas presas. Se creó una red de embalses que asegurara el abasto en tiempos de sequía y tuviera capacidad de almacenamiento durante los períodos lluviosos. Los embalses debían constituir también una forma de controlar los cauces de los ríos durante las crecidas. Los trabajos comenzaron en 1963 con la llegada de los primeros 140 especialistas húngaros y de la antigua Unión Soviética que asesoraron a la empresa constructora de obras hidráulicas.

Durante los años posteriores, Cuba expandió 190 veces su volumen de almacenamiento en embalses superficiales, hasta contar con más de 9.000 millones de m³ en 242 reservorios superficiales en la actualidad. El más grande de ellos es la presa Zaza, ubicada en la provincia de Sancti Spíritus y con un volumen de almacenamiento de más de mil millones de metros cúbicos.

Los embalses en Cuba son mayoritariamente de régimen hiperanual, por lo que requieren de varios años para llenarse y vaciarse. “Esta particularidad es esencial para el manejo sostenible de los reservorios. Cada uno de ellos tiene diferentes ciclos de llenado y vaciado, de acuerdo con la hidrología de las zonas donde estén ubicados”, explica Martínez.

Hasta el cierre de marzo de 2016, Cuba tenía los embalses al 49 por ciento de su capacidad de llenado (4.499 millones de m³ almacenados). Cifras emitidas en el Boletín Hidrológico confirman que la porción utilizable de esas aguas superficiales era del 45 por ciento de la capacidad útil (3.819,22 millones de m³). Esto representa 768,68 millones de m³ por debajo de la media histórica para este mes.

De 242 embalses administrados por el Inrh, 58 están entre el 50 y el 25 por ciento de su capacidad de llenado, otros 83 se encuentran por debajo del 25 por ciento y 17 totalmente secos.

Por otra parte, entre los cien acuíferos y/o tramos controlados en todo el territorio nacional, 83 están en descenso con respecto al mes anterior y 23 están cercanos al mínimo histórico, refiere el boletín. A finales de marzo, 32 acuíferos presentaban mayores problemas: 24 tramos asociados a doce provincias se encontraban en estado desfavorable (veinte con tendencia a bajar, uno estable y tres subiendo), mientras otros ocho tramos presentaban estado crítico y tendencia a bajar (uno en Matanzas, uno en Cienfuegos, cuatro en Ciego de Ávila, uno en Camagüey y uno en Santiago de Cuba).

niveles de llenado de embalses

4. ¿Cuáles son las principales deficiencias en el manejo de los recursos hídricos?

Los problemas del abasto de agua podrían disminuir, en buena medida, si se realizara una adecuada gestión de los recursos con los que cuenta el país. “Hay dos problemas graves actualmente”, considera Martínez, “la medición y la mala política de operación de las fuentes, que son mucho más que los embalses”.

Cuba no posee un sistema de metraje efectivo que permita controlar con exactitud los volúmenes de agua entregados. Para erradicar el problema de la medición, sería necesaria la instalación de “aparatos de medición en todos los embalses, acueductos, conductoras. Algunos de ellos se producen en Cuba, pero otros hay que importarlos, sobre todos los que se utilizan en las obras más grandes, como las conductoras y las compuertas de los embalses”, añade.

La problemática del metraje repercute directamente en el manejo de las fuentes. La ausencia de control sobre el consumo real imposibilita determinar la demanda e impide una correcta planificación de los volúmenes de agua a entregar.

José Antonio Hernández, director de Uso Racional del Agua del Inrh, informó a la prensa cubana en enero de este año que “se prevé en 2016 concluir el programa de metraje en el sector estatal y llegar a un doce por ciento en el residencial, además de incorporar al menos un 40 por ciento de las fuentes de abasto a este proceso”.

En otras palabras, cuando concluya 2016 tampoco sabremos con exactitud el volumen de agua entregado por el 60 por ciento de las fuentes de abasto, ni el consumido por el 88 por ciento del sector residencial cubano.

El Centro de Investigaciones Hidráulicas, adjunto a la Carrera de Ingeniería Hidráulica de la Cujae,  ha desarrollado metodologías para identificar y planificar la cantidad de agua que puede entregar un embalse o una cuenca subterránea pero estas no se aplican.

Es común que a los acuíferos se les saquen volúmenes arbitrarios según las decisiones de quienes las administren – José Bienvenido Martínez

Ello implica que el riesgo de sobrexplotación de los reservorios, ya sean superficiales o subterráneos, es una constante en el manejo de los recursos hídricos en el país.

5. ¿Cómo se planifica el consumo de agua en Cuba?

Según el Manual del Balance de Agua emitido por el Inrh, el 30 por ciento del agua es destinada al consumo de la población y la industria, igual cifra al cultivo de arroz, el diez por ciento al riego de la caña de azúcar, el nueve por ciento al de viandas y hortalizas, el dos por ciento a los cítricos y frutales, el uno por ciento a pastos y forrajes, y el 18 por ciento a “otros consumos”, entre los que podría incluirse la crianza de animales.

La planificación de los recursos hídricos se recoge en el Plan de Asignaciones, elaborado por el Inrh a partir de la disponibilidad de agua y el volumen estimado que necesitará el país durante el año para satisfacer las necesidades de la población y el desarrollo de la economía. Este plan también constituye un mecanismo para ajustar el consumo.

Para su confección se tiene en cuenta el balance de agua, entendida como la combinación de las demandas de los distintos usuarios, el análisis de la disponibilidad del líquido y el estado técnico de las fuentes suministradoras.

En 2013 se calculó que serían necesarios 9.500 millones de m³ y para 2014, 8.991 millones de m³. Esta reducción, según informó Cubadebate en septiembre de 2013, respondía al cumplimiento de la Política Nacional del Agua, que requería “el incremento de la producción de bienes y servicios con menor consumo de recursos materiales y naturales, la reducción de las pérdidas en conducción y el aumento de la eficiencia en el uso del agua”.

En ninguno de los dos casos llegó a cumplirse con las cifras planificadas: en 2013, la extracción de agua apenas llegó a los 6.959 millones de m³ y al año siguiente no rebasó los 7.475 millones de m³.

Actualmente, las autoridades hidráulicas planifican un gasto anual de alrededor del 70 por ciento de la capacidad total de almacenamiento, a pesar de que casi todos los embalses son de régimen hiperanual. Como el ciclo de vaciado y llenado de los embalses está diseñado para períodos que van desde uno hasta diez años, Cuba gasta en 365 días el agua que tarda más tiempo en reponer.

6. ¿Cuánta agua se pierde anualmente?

En diciembre de 2012 el Consejo de Estado presentó la Política Nacional del Agua, documento guía para garantizar el uso sostenible de los recursos hídricos. Un diagnóstico realizado durante la elaboración del documento arrojó que, en ese momento, el agua que se perdía y podía recuperarse cada año equivalía a más de 2.500 millones de m³, o sea, el 18,4 por ciento del total que puede almacenar el país.

En el caso de las fuentes de abasto de agua “su disponibilidad y aprovechamiento era también insuficiente por el estado técnico e inadecuada operación de la infraestructura para el aprovechamiento hidráulico”, cita el informe. Estos factores ocasionaban la pérdida de más de 1.500 millones de m³ adicionales.

Los actuales niveles de pérdida no se encuentran incluidos como indicador en los sistemas estadísticos públicos del país. Sin datos exactos, solo pueden calcularse estimaciones basadas en los valores enunciados por Inés María Chapman, presidenta del Inrh, quien reconoció durante el debate en comisiones previo al Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, celebrado en julio de 2015, que la isla pierde más de la mitad del agua que bombea debido a las fugas en las redes.

Cerca del 90 por ciento del agua en el país se bombea. En 2014 fueron extraídos un total de 7.475 millones de m³ de agua. A partir de esos datos se podría calcular que, solo en 2014, se perdieron 3.363,75 millones de m³ en medio de un período de sequía meteorológica, o lo que es lo mismo, el 24,7 por ciento del total de agua almacenada con que cuenta el país. Esta cifra no es acumulativa, o sea, en dos años no se perdería el equivalente al 49,4 por ciento del total de agua almacenada porque las precipitaciones permiten que se recuperen en cierta medida los volúmenes perdidos.

7. ¿Cómo se enfrentan estas pérdidas?

Uno de los principales desafíos del Inrh es frenar el desproporcionado volumen de pérdida a causa del mal estado de las redes hidráulicas. Para 2016 el Inrh tiene un presupuesto de 381 millones de pesos, de los cuales 293 millones están destinados a obras de construcción y montaje, centradas esencialmente en el recambio de las añejas y defectuosas redes y en la construcción de instalaciones de acueducto en sitios que no las poseen. 

En 2015 se habían destinado 266 millones a similar propósito, explicó a la prensa Antonio Rodríguez Rodríguez, vicepresidente del Inrh.

Cifras del Anuario Estadístico de 2014 confirman que Cuba posee un total de 23.209 kilómetros de tuberías y redes conductoras relacionadas con el abasto de agua a través de acueductos. Esto da una medida de la labor de mantenimiento o sustitución requerida en los tramos afectados por el prolongado período de explotación.

Rodríguez confirmó que el plan de inversiones de 2016 está dirigido a mejorar el abasto a la población, la producción de alimentos, el mejoramiento de la infraestructura relacionada con el turismo y a disminuir las pérdidas de agua. En el mismo, habrá que invertir más de 11.000 millones de pesos en total.

8. ¿Cómo se mide el consumo per cápita de agua?

Es imposible saber con exactitud cuánta agua consume la población debido a la ausencia de una infraestructura de metrado. El desconocimiento de tales datos es una determinante cotidiana, específicamente en el sector residencial, el cual exhibe niveles de metrado cercanos al 10 por ciento.

Para saber cuánta agua se consume en la mayor parte del país se emplean los datos provenientes de los volúmenes de entrega. En el caso de la población, este se calcula a partir del volumen de agua entregado dividido entre la población a la que se pretende abastecer. Pero esto no garantiza que todos reciban la misma cantidad, ni siquiera que todos reciban agua regularmente.

Si tomamos a la capital como ejemplo, podríamos tener una idea de lo que sucede en el resto del país. Antonio Castillo, subdirector de operaciones de la empresa Aguas de La Habana, explica que el volumen de agua entregada a la población de la capital equivale a cerca de 500 litros diarios per cápita. Sin embargo, como todas las fuentes de abasto en la ciudad presentan limitaciones en sus caudales de entrega, la empresa ha debido implementar medidas operacionales como espaciar los ciclos de abasto y disminuir los tiempos de bombeo.

9. ¿Cuánta agua se bombea para satisfacer las necesidades de los cubanos?

Los volúmenes de entrega de agua se desglosan, según la clasificación del Anuario Estadístico, en dos sectores fundamentales: la industria del abasto de agua —a la cual se le aplican procesos de potabilización—; y la extracción directa de agua —destinada a la agricultura, silvicultura y pesca, a las industrias manufactureras y a otras actividades económicas—.

En 2014, el volumen de agua suministrada por el sistema de acueducto ascendió a 1.782 millones de m³ de agua. En este volumen se incluye la población conectada a la red de acueductos y aquellas instituciones que reciben el servicio de la industria del abasto de agua.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) fija el consumo óptimo entre 80 y 120 litros de agua diarios por habitante. De acuerdo con esos estándares, bastarían cerca de 491 millones de metros cúbicos para satisfacer las necesidades de toda la población cubana anualmente.

En 2014, el país suministró por redes de acueducto casi cuatro veces más de lo requerido por la OMS. Planteado de este modo, no deberían existir problemas de abasto. Pero, si restamos la tasa de pérdida declarada por los directivos del Inrh –más de la mitad del agua bombeada–, solo se usó un aproximado de 891 millones de metros cúbicos, cifra que aún duplica el consumo óptimo según la organización internacional.

Sin embargo, en los dos últimos años el número de personas inscritas en el plan de pipas es creciente en todo el país y ha llegado al millón y medio de residentes en zonas urbanas en 2015. En La Habana, la cifra de personas que reciban el agua en pipas de manera habitual asciende a 75.000

En este contexto, Cuba bombea casi cuatro veces el agua que demanda su población, y sin embargo, es incapaz de satisfacer sus necesidades.

10. ¿Cómo afectó la sequía a Cuba?

Efectos de la sequía en embalses dedicados al cultivo de arroz en Pinar del Río (Foto: Periodismo de Barrio)

Efectos de la sequía en embalses dedicados al cultivo de arroz en Pinar del Río (Foto: Periodismo de Barrio)

No existe una definición única de sequía. Las más conocidas son: la sequía meteorológica–ocurre cuando las lluvias quedan muy debajo de la media histórica–; la sequía agrícola–afecta a la producción de cultivos y, por lo general, es causada por un periodo prolongado en el cual está presente la sequía meteorológica–; y la sequía hidrológica –se produce cuando las reservas de agua disponibles en fuentes como acuíferos, ríos, lagos y presas caen por debajo de la media histórica–.

La más visible de todas y también la que desencadena todo el ciclo de sequía está dada por un marcado descenso de los niveles históricos de precipitaciones. Si no llueve, no se mantiene el ciclo de vaciado/llenado de los embalses artificiales y los acuíferos subterráneos y se crea un desbalance entre el volumen de agua que se debe extraer para respaldar la demanda y el que se recupera con la lluvia.

Justo ese proceso de desbalance fue el que vivió el país en 2014 y 2015. En estos años tuvo lugar un evento de sequía meteorológica a lo largo de tres períodos estacionales consecutivos. Existen dos períodos estacionales en Cuba: “uno poco lluvioso, que generalmente transcurre de noviembre a abril, cuando las lluvias acumulan aproximadamente el 26 por ciento del total anual; y otro lluvioso, que se extiende de mayo a octubre y acumula aproximadamente el 74 por ciento”, explica Virgen Cutié Cancino, especialista del Grupo de Vigilancia del Clima, perteneciente al Instituto de Meteorología.“Este último es el que define en gran medida el comportamiento de los acumulados de las lluvias dentro del año”.

De mayo a octubre del 2014, el 28 por ciento de todo el territorio nacional presentó déficit en sus acumulados. Entre noviembre de 2014 y abril de 2015 se afectó el 67 por ciento del territorio nacional. Durante el período lluvioso comprendido de mayo a octubre de 2015, el 47 por ciento del área total del país quedó por debajo de las cifras históricas, ocasionando “un 25 por ciento de áreas afectadas con sequía catalogadas de extremas a severas y un trece por ciento como moderadas”. Este último tramo fue especialmente severo para la parte occidental de Cuba, “donde se registró el cuarto periodo lluvioso con mayor déficit desde 1961 a la fecha”, confirma Cutié.

Cifras ofrecidas por el Centro del Clima (Cenclim) demuestran que en el período comprendido entre septiembre de 2014 y agosto de 2015, cerca del 75 por ciento del territorio nacional fue afectado por la escasez de precipitaciones. El legado directo de los 18 meses por los que se extendió el último evento de sequía meteorológica en Cuba fue impresionante: en septiembre de 2015, de los 168 municipios cubanos, 149 presentaban índices de sequía hidrológica.

Con las precipitaciones ocurridas a finales de 2015 e inicios de 2016, la situación se atenuó. Sin embargo, al cierre de marzo de 2016, la cantidad de municipios afectados llegó a 97, y en 30 de ellos se clasificó como extrema, informó Fernández Richelme.

Si bien este evento de sequía de largo período dio lugar a afectaciones en amplias zonas del país, los déficits ocurridos en los años 2014 y 2015 no superan los de 2004 para las regiones central y oriental y los ocurridos en 2009 para la región occidental del país – Virgen Cutié 

Aunque la sequía meteorológica incide directamente en los niveles de almacenamiento de los embalses cubanos, Bienvenido Martínez y Cutié recalcan que utilizar esos niveles para medir la sequía meteorológica es un error, pues la mayoría de estos reservorios son de régimen hiperanual, y en sus niveles de llenado inciden otros factores, especialmente las cantidades de agua que se les extrae.

11. ¿Cómo se repone el agua que se gasta?

Con abundantes precipitaciones. Aunque parezca paradójico, los eventos meteorológicos que más benefician los niveles de llenado de las reservas cubanas son los ciclones y tormentas tropicales.

A partir de los acumulados de precipitaciones entre noviembre de 2015 y marzo de 2016, tiempo en el cual se registraron 352 milímetros (135 por ciento de la media histórica para esos meses), la sequía meteorológica en Cuba podría considerarse extinta.

Los niveles de lluvia “pronosticados para el período lluvioso mayo-octubre de 2016 serán cercanos a la media histórica, pero las precipitaciones de los próximos seis meses serán incapaces de suplir el déficit acumulado en los últimos tres períodos estacionales”, refiere Cutié.

Pero si bien “hemos declarado cerrado este evento de sequía meteorológica, esto no indica que no exista la posibilidad de que se configure un nuevo evento al menos en la categoría de corto periodo”, alerta, lo cual podría suceder especialmente entre los meses de julio y agosto. No obstante, de acuerdo con Fernández Richelme, “aún se arrastra con los déficits de llenado que se acumularon en los meses anteriores”.

Las lluvias venideras no llenarán los embalses cubanos, ni repondrán totalmente lo extraído en el último año y medio del manto freático. Por lo tanto, la sequía hidrológica y su cara más palpable, la escasez de agua, persistirán.

Sobre el autor

Julio Batista Rodríguez

Melena del Sur, La Habana (1989). Periodista cubano, 29 años de edad. Desde 2015 forma parte del equipo fundador de 'Periodismo de Barrio', donde integra el Consejo Editorial y se desempeña como periodista. Recibió el Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España 2017 en la categoría de Periodismo Ambiental y Desarrollo Sostenible. Graduado de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana (2013). Cursó estudios en los postagrado internacional de Periodismo Deportivo (2014) y el de Periodismo Hipermedia (2015) en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. Ha participado en eventos académicos y profesionales como el Foro de Periodismo Centroamericano (El Salvador, 2016), Taller para Periodistas Cubanos (Alemania, 2017) y el Congreso Internacional de Comunicación (La Habana, 2015). Como profesional laboró en el periódico 'Trabajadores' (Cuba, 2009-2016) y como asesor de programación del canal nacional de televisión Tele Rebelde (Cuba, 2014-2016). Además, ha publicado en las revistas 'Cubahora', 'OnCuba', 'Progreso Semanal', 'elTOQUE', 'Cuba Contemporánea', 'Postdata', 'Cuba Posible', el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, el periódico alemán 'Taz'. Actualmente se mantiene como colaborador de 'Radio Francia Internacional'.

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